Parecía imperceptible el error, en realidad no se llegaba a subir nunca a la vía pavimentada de acceso al Cerro del Inglés (San Antonio) según indicaba el planito. En realidad se tomaba una de las 3 calles que nacen sobre los puestos de los pescadores (la más empinada, sobre la izquierda), se transitaba toda, hasta llegar a un trillo que le pasaba de costado al cerro, a media altura, por decirlo de alguna forma. Una estrecha vía de barro y piedras, que nos pondría detrás del Cerro, sobre el Camino Vecinal, para luego dirigirnos desde allí al acceso al Cerro del Toro y luego retornar al Argentino Hotel recorriendo la periferia norte de la ciudad.
En resumen, resultó una prueba bastante accesible para nosotros simples novatos mortales. Todo a pesar de que la bici no ayudó, ni tampoco estamos entrenados en absoluto sobre ella. Y lo del kayac era toda una sorpresa.
Lo que en un principio parecía harto dificil al recorrer a pie el día previo, luego se convirtió en algo distinto, divertido, hicimos todo el recorrido siempre corriendo, incluso por barro, piedras y hasta pequeñas rocas, salvo durante los pronunciados repechos.
Y luego, en la bici, fue más divertido aún.
En el Running arrancamos con Roberto "RobertUF" Barreto y Gustavo "Veloz" Martínez, con quienes nos encontramos sorpresivamente minutos antes de largar. De principio a fin mayormente charlando, muy tranqui, incluso sobrepasando gente ya por el Puerto, a veces a 05:30, a veces a menos. En los peores repechos caminábamos, no se ahorraba mucho si uno seguía corriendo sin parar -a un ritmo posible-, tal como constató Roberto la primera vez.
Fuimos a visitar la propia estatua del Toro, por encima de los 130mt sobre el nivel del mar.
Subimos por sus escaleras, e incluso subimos un poco más aún, unos escalones interminables a sus espaldas, para saludar al señor de la planilla de control, ubicado caprichosamente allá arriba.
Ese km fue realizado a 08:15!!!. Tuvimos nuestra retribución en la gran bajada al retornar de esa visita, allí nos unimos al grupo de UF nuevamente y comenzamos un nuevo tramo rústico, con agua, barro y mucha piedra, pero siempre trotando, siempre mirando de no pisar mal una roquita y dejar el tobillito allá arriba incrustado en el Cerro.
Llegamos los 3 juntos al arco, luego de una pronunciadísima subida de balastro y el resto muy light, todo asfalto, mayoritariamente en bajada y luego plano hasta la Rambla.
En la transición a bici se nos perdieron ambos compañeros de Running, tuvimos la mala suerte de que el único arbolito/arbusto de la zona estaba sobre nuestra MTB (parecía que estaba allí como para esconderla, por vergüenza), se nos enganchó un cordón de la campera con el GPS, el casco, todo un enriedo. Roberto y Gustavo arrancaron en sus excelentes birrodados y nosotros aún a medio desvestir/vestir. Había que quitarse la pechera de la organización para ponerse la campera por debajo de ésta. Éso también obviamente hay que entrenarlo. Por ello figuramos casi con 4 minutos más de Running en la planilla que lo real, que, según nuestro registro, fue de 56:56m, para un recorrido aproximado de 9600mt. Obviamente muy tranquilo.
Luego la MTB a mil por la Rambla, claro, hasta llegar al primer repecho. Allí terminó todo. Hasta la organizadora de Timing Uruguay, Suca, o como quiera llamarse, paró a sacarnos una foto, daba risa, parecíamos un nene llevando su triciclo al costado, imposible subir aquello pedaleando, ya en la primer vuelta, en el primer repecho.
También fue divertido constatar que, parados sobre los pedales y con frenos a fondo, la bici no paraba, casi ni aminoraba. Esto sucedió especialmente en una bajada totalmente pedregosa, llena de pequeñas rocas (al parecer era un lecho rocoso al desnudo, casi seco de agua que baja del Cerro del Toro luego de cada lluvia).
El viernes previo estuvimos hasta la madrugada ajustando todo, cambios, cadena, frenos, luego de una última salida nocturna de bici, pero obviamente no fue suficiente. Era un tema de calidad y/o diseño. Para colmo, la bici llegó pinchada a Piriápolis, al otro día.
Volviendo al circuito, por fortuna no nos rompimos la cabeza no nos caímos una sola vez ni tampoco llegarnos siquiera a rasparnos nunca, la bici mantuvo la perfecta vertical en todo momento en que se utilizó.
Y si bien en los repechos, todos, absolutamente todos nos pasaban con las MTB, hubo más de un super-power-elite-number-one-extra-full con muy buena ropa, casco y rodado de varios cientos de accesorios y de dólares que, luego, en la segunda vuelta se las vio negras, también tuvo que bajarse a llevar la bici al costadito, como fue la constante para uno mismo. Tanto en el ascenso lateral del San Antonio como luego en el Toro.
En definitiva, el doble recorrido de bici, siempre en solitario, no llegó a ser totalmente extenuante y por los ingredientes de dificultad y lo "curioso" del piso se hizo más que llevadero, al menos para nosotros era toda una novedad. Lo único negativo era no poder atacar los repechos como correspondía, por falta de fuerza en las piernas, entrenamiento y también por falta de bastante bici. Era la más barata de todas, no había vueltas, y éso, lamentablemente, pesa bastante. Cómo pesaba !!!
Lamentablemente no nos encontramos durante el recorrido con ninguno de los 4 compañeros de trabajo, que competían en 2 equipos. Éso hizo que largáramos desfazados, pues nosotros participábamos en solitario y largamos 15 minutos antes. Solamente nos encontramos al finalizar las tres disciplinas, recién allí corroboramos que todos aún estábamos vivos.
Finalizamos la etapa de MTB sin pena ni gloria, luego de 1 hora 30 según el tiempo oficial, bastante descansados porque la porción final era una pronunciada y extensa bajada, seguido de un tramo recto final de avenidas pavimentadas.
En algún momento, nuestro GPS registró una máxima nada despreciable de 49km/h de nuestra modestísima MTB Winner (idéntica a la actual Prisma XT de U$S99 en Motociclo). El casco que nos prestó Fernando Cuervo costaba obviamente más que el valor de reposición de nuestro rodado.
Seguramente ese guarismo fue logrado en la bajada final de una de las 2 vueltas, sobre asfalto y/o hormigón.
Se acercaba la etapa final, la más inesperada y menos preparada, en realidad la NADA-preparada. Ni siquiera llegamos a mirarlos de cerca ni sentarnos sobre uno de los Kayacs estando aún en tierra, cuando ya estaban dispuestos en la arena desde temprano, para ver cómo eran, por lo menos para constatar como había que ubicarse dentro. Eran de 3 plazas, para un navegante solitario, sobraba bote por todos lados.
Nos hicimos a la mar, dejando el casco, los guantes y agregando un obligatorio y molesto chaleco salvavidas, además del remo doble.
El amigo GPS inseparable pasó de la muñeca a una bolsa de súper, atada a la altura del pecho y allá salimos mano a mano con él, casi intentando no tocar el agua con nuestro calzado de running. Al poco tiempo, ya en zona de no dar pie, las olas se encargaron de recordarnos "La Tormenta Perfecta", "El Titanic", "Pesca Mortal", "A Prueba de Todo", qué se yo...
Las bajadas que se producían entre ellas eran interminables, el kayac se daría vuelta de campana de un momento a otro. Pero no pasó nada. A pesar de los dolores y la incomodidad de las piernas cansadas, logramos llegar al Puerto describiendo una trayectoria bastante recta, tratando de ir mejorando lentamente la eficiencia en el uso del remo.
Increíblemente, la mayor incomodidad no estuvo nunca en los brazos, sino a esa altura del cansancio, en la disposición de las piernas.
Se lograba avanzar en la dirección correcta en la mayoría de los intentos de remar. Luego de acercarnos al control en la propia entrada del Puerto, tras una interminable ida de casi 1.5km, retornamos recorriendo una rara trayectoria curva aún más larga y penosa que recorría de cerca las playas del lugar, era como un city-tour, debido al viento, las olas y tal vez las corrientes marinas. Por momentos parecía que tendríamos que comenzar a esquivar uno a uno los diversos muelles de contención de arena clásicos de esas playas.
Al fin llegamos nuevamente al punto de partida, dejamos la embarcación por allí nomás, para subir al arco sobre la Rambla, completando esta nueva aventura en 02:52:52 oficiales.
El balance fue altamente positivo, novedoso y divertido en gran parte, más allá de la penuria de tener que remar en solitario. Es como para repetir, aunque es un evento caro, con retorno bastante pobre, seguramente por los escasos cupos, que en este caso ni siquiera se completaron, llegando a un total aproximado de 83 participantes.
Hay que pagar inscripción, posiblemente uno tenga también que alquilar el chaleco, el remo, el casco, hasta la bici, etc, etc, y ni siquiera se habilitó esta vez el sistema de chip prometido, pues se corría una etapa de la AAU y Timing Uruguay obviamente no posee la infraestructura como para soportar 2 eventos simultáneos. Hubiera sido oportuno avisarnos antes, pues ellos ésto ya lo sabían con bastante anticipación, hace meses. Habrá una próxima Misión? Quizás Atlántida? Quizás Minas? Seguramente ésta no fue la última, éso es seguro.
Alguien nos preguntó si esta aventura era comparable en desgaste a una Maratón, a instancias de algún comentario que hizo algún allegado nuestro sobre este tema en la previa. Nada que ver. Por ejemplo, a ninguno de nosotros en ningún momento se nos pasó por la mente que no pudiéramos terminar esta prueba, como sí nos pudo haber sucedido muchísimas veces durante una M.
Si bien nos faltó fuerza en muchísimos puntos críticos, también preparación de MTB, entrenamiento, nunca llegamos a agotar completamente nuestras reservas, como si acontece seguramente al completar la distancia reina. No hay caso, es otra cosa. Luego de esta prueba podíamos trotar perfectamente, andar algún tramo en bici, incluso ayudar a empujar un auto que no arrancaba, casi por 5 cuadras planas.
En resumen, un evento muy recomendable para cualquier novato aficionado dispuesto a gastar algún peso de más, que comenzó a percibir que el Running se le está volviendo algo monótono y sin sabor.
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