Una tarde para mate y bizcochos en familia, incluso para pasarla junto al mar. Poco viento, el sol calentaba bastante, para lo que es la época.
Pero no, otra vez decidimos cambiar lo espectacular de todo éso por el sacrificio, los championes, la bici, el chaleco y el remo doble.
Hacía 15 días que no realizábamos absolutamente nada entre semana, habiéndonos bajado recientemente de la M de Rosario y por supuesto todo éso se sintió. Solo la Salomon del domingo pasado se había cruzado en medio de la inactividad total.
Nos retrasamos bastante en nuestra partida hacia el este, no teníamos nada pronto, ni la cabeza ni el bolso, incluso el viejo GPS no aparecía por ningún lado y cuando apareció en definitiva ni arrancó, hubo que practicarle una improvisada cirugía al portapilas (y ya van unas cuántas)
El escenario de la prueba resultó ser un lugar muy agradable, muy bien ubicado el establecimiento que cedió sus instalaciones, sobre la propia playa de Guazuvirá, más allá de sus precios y tarifas.
La incertidumbre en cuanto al circuito, al orden de las disciplinas, la logística algo complicada de las transiciones, 2 de ellas lejos del arco de largada, la escasez de participantes, fueron los ingredientes más notorios de esta nueva Misión GT. Resultaron apenas unos 50 inscriptos.
Llegamos faltando un poco más de una hora para largar, la inactividad del entorno era muy alarmante. En lo personal, se agregaba el inconveniente de haber alquilado la bici, la cual llegó con bastante poca anticipación con respecto a la largada, como para probarla un poco.
Además, había que solicitar el transporte hacia el punto de la primer transición (casi a 4km de la largada) y obviamente no llevamos nuestro soporte, como para poderla transportar por uno mismo.
Ésto hacía imposible intentar probar la bici, tan siquiera conocerla un poco. "Hola, bici, cómo estás? Mucho gusto...Ah..éstos son los cambios?" Ante nuestra inquietud del traslado no previsto, Agustina, la organizadora, nos dijo: "Cómo? Y qué vas a hacer con el asiento ?" Nosotros también nos preguntamos lo mismo: "Qué habrá que hacerle ?". Después nos enteraríamos de qué hablaba, en plena etapa de MTB.
Superado este tema logístico, largamos al fin todos a correr como unos locos hacia la playa, con chalecos y remos, parecíamos un simulacro de salvataje de ADES. Allí íbamos todos juntos bajando, individuales y por equipo, pero con distinto propósito.
Los equipos ya entraban al agua con el kayac, a 1 km de la largada, luego de un pequeño Run por la playa hacia San Luis. Nosotros, compitiendo en forma individual, dejábamos los pertrechos allí y nos volvíamos corriendo a la largada, nuevamente por la playa.
Allí trepábamos los médanos y nos íbamos a buscar las bicis, situadas al costado del puente sobre el Arroyo Bagre, en la propia Interbalnearia, en el límite con San Luis.
Desde la meta nos separaban unos 3.8km (según el GPS), para completar unos 5.7km de un Running previsto inicialmente en 7km.
Si bien en la ida a la playa íbamos tranquilos, en las últimas posiciones, ya desde la vuelta hacia el pasaje por la meta habíamos logrado superar 2 ó 3 corredores.
Todo hecho con la finalidad de podernos acercar a Roberto Barreto y Gustavo "Veloz" Martínez (ambos UFs), para luego poder compartir con ellos al menos el inicio de una etapa de MTB que pintaba bastante confusa en cuanto al recorrido exacto.
Pero nos fue imposible, nunca llegamos a alcanzarlos, simplemente mantuvimos el contacto visual...hasta que tomaron sus MTB y desaparecieron de la Costa de Oro para siempre.
Perdimos más de un minuto para localizar nuestra bici, estaba tirada en el pasto, debajo de otra. Ni cerca de estar colgada sobre los caños, era evidente que fue transportada muy tarde. Ni siquiera buscando la obsoleta caramañola fue fácil ubicarla. Solamente habíamos alcanzado a percibir el color de la bici. Por suerte ya teníamos puestos los guantes desde el Running, faltaba ponerse el casco y la clásica camperita de nylon de "alta competencia extrema" (adquirida hace 5 años en Grandes Tiendas Montevideo).
Cruzamos el puente por debajo, para encarar un circuito de MTB todo realizado al norte de la Ruta, por caminos y predios que nunca habíamos transitado, ni tampoco lo volveremos a hacer nunca jamás, ni siquiera en auto.
Inicialmente recorrimos casi 2km por el costado de la Interbalnearia en dirección al este, un tramo muy similar a lo hecho en la Salomon, al costado de la Ruta 9. Pero la diferencia es que el pasto y los desniveles en la bici se sentían mucho más, al menos en lo personal. Comía pierna abierto todo aquello.
Y bueno, allí perdimos casi todos los "créditos" de ventaja que habíamos acumulado durante el Running I, casi todos nos pasaron como un poste. Y ya no había forma de echarle la culpa a la arcaica bici propia, como en la GT de Piriápolis.
Esta vez habíamos alquilado una, precisamente para descartar una posible influencia negativa. En definitiva, la performance en MTB seguía siendo bastante paupérrima y la bici si bien no era la gran cosa, era bastante mejor que la nuestra. Allí había otro problema de fondo.
No hay vueltas, hay que entrenar MTB, o al menos andar un poco entre semana, no? No se puede participar en este tipo de pruebas en forma satisfactoria o al menos aceptable si solamente contamos con el respaldo limitado de tener un poco de capacidad aeróbica y algo de fondo. No tiene nada que ver. Lo primero que se nota es la falta de fuerza en las piernas al salirse del camino normal que usaría cualquier cristiano medianamente cuerdo.
Tampoco nos hemos acostumbrado nunca a bajar mucho la transmisión, a pedalear con una frecuencia endemoniada, obviamente a cambio de hacer mucho menos fuerza. El plato más chico para nosotros es un adorno y el del medio, siempre nos resultó bastante inútil, más de una vez. Algo está mal.
A partir del km 4 ó 5 nos bajaríamos 3 veces de la bici, para retocar el ajuste del asiento. "Ahhh, te olvidaste del asiento ???" Incluso en el último ajuste, constatamos ya en marcha que éste quedó mal alineado con respecto al cuadro e intentamos corregirlo de un seco golpe de puño, para no tener que volvernos a bajar.
Éste fue corregido con éxito, pero con la mala suerte de no haber retirado completamente los testículos a tiempo antes del piñazo.....uuuuhhhhhhh....qué dolorrrrrrr....
Siempre que se pudo, anduvimos con el plato más grande. En balastro siempre anduvimos con la transmisión más pesada (plato grande, piñón 7, no había más!!!). A lo sumo bajábamos al 5 ó al 4, en algún repecho. Una locura. Aquello pesaba como loco. Al intentar bajar al plato intermedio, las piernas quedaban "muy locas", a pesar de compensar subiendo de piñón algunas posiciones hacia arriba.
No hay caso, hay que aprender a transitar a esa cadencia alocada, como pedaleando "en vacío"y luego también entrenar, o por lo menos practicar un poco, sobre todo en terrenos irregulares, no solamente hacerlo como paseo por el "perfectísimo" asfalto de la Rambla.
Nos dio la impresión que el plato más grande de esta bici no era lo suficientemente grande, le faltaban algunos dientes para nuestro gusto y costumbre, sobre todo para los tramos planos de balastro e incluso las bajadas. Qué pretendíamos ? Una bici de ruta para luego meterla en los tramos difíciles ?
Superando el km 8, luego de recorrer caminos de balastro en perfecto estado, con alguna ondulación que otra, nos metimos en un tramo técnico a la derecha, una suerte de trillo de barro, pasto y muy poca piedra, por suerte. Algún repechito y un pequeño curso de agua resultaba lo más complicado.
Pero resultó casi interminable por lo extenso, fueron unos 4km (siempre según el GPS) de un largo, lento y pesado -al menos para nosotros- ida y vuelta.
La incertidumbre permanente del circuito no ayudaba para nada. Transitábamos casi siempre sin referencias de otros corredores, ni adelante ni atrás, salvo el pasaje muy fugaz y veloz de los participantes por equipo que ya nos estaban sobrepasando a una velocidad inconcebible, sobre todo los primeros equipos que punteaban.
Antes y después del tramo técnico nos terminaron de pasar todos los corredores restantes individuales también, que habían quedado detrás nuestro en el Running I.
Obviamente salvo nuestro compañero Pablo, que venía cerrando la marcha, haciendo también sus primeras armas en ésto (en realidad para él fue su debut absoluto).
Allá llegamos a las cansadas al puesto de control, perdón, al PC, redisculpame. Había un botija embolado, allá, ubicado casi en el fin del mundo, atrás de donde baja el sol por las tardes. Le gritamos: "Era necesario que te fueras tan lejos??? Anotá bien el número porque no pienso volver nunca más por acá!!!".
A la salida del tramo trabado volvimos al balastro, con dirección y distancias pendientes totalmente desconocidas.
Terminamos haciendo otros 6 km de balastro en buen estado, por terreno levemente ondulado. Todo el tramo hecho con la mira permanente en la última participante femenina que nos superó, intentando en todo momento reducir o al menos mantener la ventaja que nos comenzó a ganar, pero nos fue imposible.
Ahora dejaríamos la bici frente a la propia entrada de Guazuvirá, al fin nos desprendimos del rodado. Al bajón de haber sido superado por todos en esta etapa, se sumaba un fuerte dolor lumbar, de origen desconocido. Estábamos deseando encarar el Running II de una vez por todas, siempre con la mira fija en la última corredora allá adelante, no sea cosa que todavía nos perdiéramos.
Dejamos la MTB y el casco, retiramos la gorrita Nike de adentro de nuestras vestiduras, conservamos puesta la super campera de nylon, pero ahora abierta casi al tope. Los guantes también había que llevarlos puestos, para no cargarlos.
Por momentos pensamos que había sido un error correr con un buzo finito de manga larga (mayormente arremangado) debajo de la pechera oficial, a lo que luego le habíamos agregado la campera encima, para hacer la etapa de bici. Pero en términos generales no molestó, abrigó apropiadamente cuando alcanzábamos esas velocidades siderales en las bajadas de balastro, con la transmisión totalmente a full.
También vimos varios corredores con pañuelos sobre la boca, el aire frío ya se hacía sentir en aquellas desconocidas soledades.
Nos echamos ansiosamente a correr, nuevamente hacia San Luis, para poder cambiar la postura de la bici de una vez, podernos estirar un poco hacia atrás para contrarrestar el dolor lumbar, cosa que incluso habíamos ensayado parados sobre la propia MTB, a velocidades peligrosas para ese tipo de piruetas.
Al iniciar el Running II por la banquina de la Interbalnearia, el gemelo derecho avisó que la cosa así no podía seguir, amenazó con calambres. Un hecho insólito, no recordábamos cuándo fue el último aviso de calambre inminente en medio de una carrera, tal vez en Porto Alegre 2008.
Nos hizo acordar también de una Duatlón del Naútico del pasado, donde el Running II se hacía sentir bastante al bajarse de la bici, especialemente para nosotros que somos mayoritariamente "monodisciplina".
Paramos entonces un instante, masajeamos precariamente la zona, aprovechamos para tomar un poco de Gatorade que aún portábamos en la caramañola y de a poco, ensayamos un trote progresivo. Ya al llegar nuevamente al puente para cruzarlo nuevamente por debajo, la marcha era normal.
El cansancio acumulado se hacía sentir bastante, con el agravante de los 15 días sin actividad entre semana, pero los indicios de calambres desaparecieron para siempre. Tan poca preparación mental tuvimos para esta prueba que ni siquiera se nos ocurrió llevar algún gel.
Luego de un penoso recorrido total de 3.6km por el interior de San Luis, desembocamos en la playa, justo en el punto donde estaban los kayacs esperándonos.
Éste sería el golpe de gracia, la frutilla de la torta homenaje al cansacio. Pero no, no fue tan así, el mar estaba muy calmo, casi sin viento. Todo resultó muy accesible, a pesar que luego nos dijeron que más de uno se puso el kayac de sombrero en la propia salida.
En la previa sobre la arena, registramos el parcial y guardamos el GPS en triple bolsa de nylon, atada al chaleco que afortunadamente alguien nos ayudaba a poner.
En la primer olita a superar, en la propia partida, el kayac ya se nos llenó de agua, pero no zozobramos ni mucho menos, simplemente el entorno interior se volvió desagradable por el bajón repentino de la temperatura. Ya las patitas estaban mojadas, pero la colita aún no.
En definitiva, fueron solamente 2 km exactos de remo, un ida y vuelta hasta la boya situada frente a la propia largada, allá en Guazuvirá. Si uno lograba abstraerse de todo ese cansancio acumulado, el sitio, el momento y la actividad eran espectaculares, las pequeñas olas eran casi imperceptibles, una vez que uno se separaba unos metros de la costa.
Parecía un lago, el único ruido que se sobreponía a aquella tranquilidad y soledad (ya quedaban pocos en carrera!!!) era el del remo, al introducirse inexpertamente en el agua.
Recordamos haber percibido una única ola notoria, a la ida, la cual tuvimos la precaución de cruzar en forma oblícua, pues las mismas podrían venir y quedar peligrosamente paralelas a nuestra trayectoria.
Allí nos cruzamos con RobertUF, recién allí lo volvimos a ver, intercambiamos gritos de aliento, ya estábamos terminando el suplicio, con el agravante, una vez más, de tener que remar en solitario.
Luego vislumbramos un veterano que remaba también en solitario allí adelante, que nos había pasado como un poste en la bici y estaba allí, al alcance de la mano, por la revancha, ahora en terreno más "neutral".
Lo sobrepasamos y a escasos metros vimos a la corredora femenina que ya volvía de la boya. Por momentos nos pareció que le podríamos dar alcance al retornar de la boya, pero una vez más fue imposible, volvió a conservar su ventaja.
A nosotros nos restaba un tramo mucho más largo de lo que nos parecia, en la ida hacia lo boya. Al retornar, la competidora ya estaba muy lejos para intentar ensayar algo.
Ella ya comenzaba el Running III y nosotros aún no habíamos desembarcado. A la vuelta nos cruzamos con Pablo, que recién iba, seguramente muy cansado, pero con una sonrisa de oreja a oreja, por estar allí, completando su primer competencia de este tipo. Le dimos aliento y le aconsejamos que parara unos segundos a descansar, para retomar con más fuerza.
Estábamos culminando una nueva Misión GT con todo el apoyo permanente de nuestros familiares desde el arco de largada/llegada y ahora también desde la propia orilla, sobre la playa.
Dejamos el kayac en la zona prevista, marcamos un nuevo parcial en el GPS e iniciamos este último e improvisado Running III, retornando al arco (frente a la boya), pero ahora felizmente por la arena, portando el chaleco y el remo. Todo para que la organización no tuviera que ir a buscar todo allá, jajaja...
El arco estaba casi a un km de distancia, fue un Running muy tranquilo, disfrutando la puesta del sol minutos atrás. En días anteriores, con Pablo nos habíamos imaginado este momento, pero ya realizado en medio de la noche, arribando a la orilla del mar en la más completa de las oscuridades.
El toque final lo dio el hecho de tener que ascender nuevamente el médano hacia la meta, a esa altura había que cuidar de no acalambrarse allí, casi sobre la propia llegada. Sería una infamia.
Llegamos con gran euforia al arco, gritando a la gente de la organización que podían retirar todo nomás, que ésto ya se había terminado. Que fueran desinflando y guardando...
Pero bueno, en realidad quedaban aún 2 participantes detrás nuestro por completar, arribos que constatamos ya a la distancia, mientras nos cambiábamos por ropa seca, envueltos en un cerradísimo aplauso.
Una nueva Misión GT cumplida, quizás la última en lo personal...seguramente la última con esta magra preparación de bici, ésto así no va más...
Nos cayó algo más pesada que la de Piriápolis, si bien la complejidad del circuito era menor, pero la parte trabada era tal vez mucho más extendida. En la anterior, los tramos técnicos eran mucho más complejos, pero relativamente cortos, hasta divertidos.
Los de esta vez eran más aburridos, y por consiguiente más pesados. También pesó seguramente un entusiasmo bastante menor que en el debut dentro de este tipo de pruebas.
Y un estado peor de preparación, en aquel momento aún no habíamos tocado tanto fondo.
Pensando un poco ahora, sin duda que volveríamos a correr la Salomon de la Sª de las Ánimas, por supuesto que ahora sería intentando hacerlo con expectativas de tiempo insumido.
Pero con respecto a las futuras Misiones GT ya no está tan claro el panorama, primero hay que resolver el tema del desempeño en la MTB, de una vez por todas. También pesa el factor económico. Para nosotros que venimos del asfalto, estas competencias no nos resultan para nada económicas, accesible.
Y si a la inscripción le sumamos el alquiler de la bici, el chaleco, el remo doble, ni hablar, se nos va un toco. Y el hecho de simplemente completarla ya no constituye un incentivo. La pechera y la medalla, obviamente tampoco...dónde buscarlo, entonces? Tal vez ésto ya fue...
Tiempos netos parciales extraoficiales:
(sin considerar las transiciones)
- Running I (5.7k) : 00:30:43
- MTB (19k) : 01:06:09
- Running II (3.7k): 00:21:33
- Kayac (2km): 00:19:40
- Running III (1k) : 00:06:05
Tiempo total oficial: 02:26:39
Para acceder a las numerosas fotos propias del evento, a 2 cámaras, hacer click aquí.
Lo siento, esta vez no hubo videítos.
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1 comentario:
Impresionante el relato por lo detallado. Te felicito porque tuviste los h... para llevarlo a cabo, con todo el handicap que supuso tener que alquilar lo que era necesario (y sin tiempo para probarlo!) y encima sin conocer el circuito. Esto ya llega a lo heroico.
Gracias por compartir tu historia
Abrazo
Nando
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