El sábado arrancamos tempranito, con Diego y Pablo M., el teórico del curso de orientación dictado por Leo Yozzi en el Club Banco República.
Con una buena asistencia con algunas caras conocidas, estuvimos toda la mañana y gran parte de la tarde adquiriendo o repasando conocimientos teóricos e incorporando importantes consejos prácticos. Tiramos rumbos sobre los diversos planos que Leo nos proporcionó, a modo de ejercicio práctico, simulando establecer la estrategia previa de carrera, para cada uno de los casos.
Anduvimos recorriendo imaginariamente la Sierra de Minas, la Cuchilla Grande, los alrededores de Piriápolis, etc. Recorrimos incluso unos cuantos volcanes andinos y hasta nos planteamos trayectorias ideales recorriendo diversos PCs sobre el enorme lago Aluminé, sobre el cual Leo comentó que estuvo navegando más de 20 horas en alguna batalla que forma parte de su riquísima experiencia deportiva en este tipo de aventuras.
Triangulación, retro-Azimuts, deriva anual del polo magnético, elección del mejor camino a tomar en base a cada disciplina en cuestión, etc, etc, hubo de todo un poco.
Una vez más quedó demostrado que nuestras brújulas recientemente adquiridas son de juguete, veremos qué haremos al respecto para solucionarlo. Acaso nos seguiremos equipando con cosas totalmente inútiles como hemos venido haciendo en todos estos meses previos ?
Al otro día, el domingo de mañana, la "clase" se reunió en el Parque Roosevelt para plantearse un micro-ejercicio de orientación sobre el propio campo. Leo se apareció con una detalladísima carta del sector medio del Parque, donde estableció 9 PCs a ser localizados.
Si bien la distancia entre un punto y oscilaba entre los 300 y 600 mt, nos aportó una experiencia peculiar al intentar localizar las señales que Leo había dispuesto dispuso con esmero en los árboles, el día anterior. Los Cuervitos Agustín y Martín se sumaron a este peculiar y divertido ejercicio, que encaramos con Diego como primera práctica real de orientación, habiendo recibido los necesarios conocimientos teóricos protocolares.
En realidad, nuestra primer experiencia real había sido durante la Columbia Challenge, pero todo hecho sin mucha base teórica previa, a pesar de haber sorteado todos los PCs con éxito.
En una muy agradable mañana, una multitud diseminada por todo el parque, con brújula y carta en mano, recorriendo en forma espaciada e individual, provocó el asombro de los vecinos que normalmente lo recorren, a modo de ejercicio matinal.
Qué hacía toda esa gente rara por allí, recorriendo el parque por donde nadie lo hace ? Por qué no iban transitando por la caminería interna, o al menos por los trillos ?
Por qué se apuraban tanto, por qué sorteaban zanjas y ramas caídas, mirando casi siempre para arriba o con la vista fija a lo lejos, casi siempre como buscando "algo" en los árboles ?
Al menos este pequeño ejercicio planteado nos sirvió para interpretar claramente la carta, ubicarnos dentro de ella, constatando las diversas referencias con la realidad del campo. Incluso logramos detectar errores en la marcación de algunos PCs, hecho ésto a propósito o no.
Ya al llegar al PC2, nos comenzamos a juntar casi todos los "equipos" que habíamos largado con intervalos de unos de minutos. Allí nos dimos cuenta que algo pasaba.
Éramos como hormigas que les interrumpen el camino borrando el rastro químico que van dejando. Llegado a ese punto, comenzábamos a caminar en círculos, con la vista elevada hacia los árboles, buscando ese famoso sticker que no aparecía por ningún lado.
Durante casi 2 horas recorrimos algo más de 2km relevando todos los puntos de control con éxito salvo el último, que estaba notoriamente desplazado con respecto a las indicaciones de la carta.
Pero en términos generales el ejercicio se cumplió y se aprovechó en un 100%. Quedará pendiente ahora el segundo práctico, convenido para realizarlo este próximo sábado en Aguas Blancas, un lugar más que apropiado para perderse totalmente.
Esa misma tarde nos reencontraríamos curiosamente con Diego en el medio del Lago de la Botavara, totalmente por accidente, remando cada uno en su canoa, acompañado de familiares y hasta de mascotas (!!!).
En realidad no fue por pura casualidad, precisamente habíamos comenzado el ejercicio de orientación matinal desde allí la escuela de canotaje, comentando que ese espejo perfecto de agua lucía irresistible como para acuchillarlo con una canoa. Agregamos así algunos recreativos kms de remo que nunca vienen mal.
Para culminar el fin de semana largo (o mejor dicho "alargado" de pesado, absorviendo el día "sandwich" como asueto), salimos ayer de noche con las bicis al asfalto capitalino, cuando todo el mundo retornaba de afuera por la Rambla. Ideal.
Salimos a acumular kms en nuestras novísimas adquisiciones, la impecable Trek 1000 de Gabriel y nuestra cascoteada Trek 8000, las cuales le compramos -usadas- a Jorge Beltrán hace casi un mes.
Pablo vino montando su Zenith de altísima gama a buscarnos al Mojón 22, desde el 9.5. Puntualmente a las 21:00 arrancamos juntos a buscar a Gabriel, que nos esperaba en el 4.
Una desinteligencia con la puntera izquierda nos propinó una aparatosa y dolorosa caída en el semáforo del Parque Rodó. Pero era una infamia cortar el ejercicio a esa altura. También había que evitar dejar enfriar esa dolorida rodilla, así que casi de inmediato seguimos rumbo al 4, a buscar a Gabriel, como si nada hubiera pasado.
Pero como bien dijo la golpeada Cris, los verdaderos campeones no son los que nunca caen, sino los que se levantan luego de una caída...
En una alocada carrera, ahora trasitando de a 3, fuimos hasta la Escollera Sarandí, intentando contrarrestar en todo momento los embates de Gaby, que volaba en su Trek de ruta. Luego de allí fuimos nuevamente hasta el Puente Carrasco.
Con un promedio de 24km/h (con la parada por el "accidente" incluida) en un trayecto de 53km, comenzamos a hacer nuestras primeras armas más o menos serias en esta disciplina.
Costaba ponerle fin a esa aventura, no solamente por querer evitar que la rodilla se enfriara sino también por la tranquilidad que comenzaba a reinar en la Rambla a esa hora, la temperatura ideal, la marcha "en pelotón", etc.
Por ello agregamos algún km más de lo pactado, nuevamente hacia el oeste. Solamente el pensar en el viento de frente al retornar nos frenaba de intentar agregar aún un poco más de alejamiento adicional.
Gabriel completó un recorrido de 44km a todo gas, con innumerables "escapadas", Pablo redondeó unos interminables 70km con constantes "cazas del puntero", a 48 horas de haber participado de la pesadísima Aventura GT de Minas. Una locura, fue como un "fondito"regenerativo.
No tiene nada que ver con salir en solitario. El ritmo es otro, los kilómetros pasan volando. Algo muy similar obviamente a lo que sucede con los fondos largos.
Y hoy prácticamente no quedan secuelas, más allá de terrible y ridículo golpe en la rodilla. También quedará seguramente una molestia latente que solamente aflorará recién en nuestra próxima salida, cuando volvamos a apoyar esa zonita de la anatomía otra vez sobre el asiento.
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